Durante el verano, la embarazada debe tener en cuenta una serie de precauciones para no correr riesgos innecesarios. El exceso de calor puede provocar mareos, hinchazón de piernas, más dificultades para dormir… Hay que vigilar la comida que se ingiere, asegurar una adecuada hidratación y en los viajes al extranjero no exponerse a situaciones de peligro, trasladándose solo a lugares con una buena cobertura sanitaria. Estas son las cuestiones a tener en cuenta para garantizar los cuidados básicos de la embarazada en verano.
Exceso de calor
Aunque la temperatura a la que se encuentra el feto dentro del útero materno (36,5 ºC) no sufre variaciones por el calor exterior, la madre debe protegerse frente a las altas temperaturas exteriores para evitar otros inconvenientes.
Mareos. El calor provoca vasodilatación, y esto puede incrementar el riesgo de mareos. El mayor peligro de que la embarazada se desvanezca es que pueda golpearse al caer. Para prevenir estos mareos, la gestante ha de reposar en cuanto note los primeros síntomas e incorporarse muy poco a poco cuando esté tumbada o sentada.
Sudoración excesiva. Es habitual que durante la gestación aumente la sudoración, que, además, puede intensificarse en los meses de verano. No es un síntoma peligroso, pero sí molesto. Para combatirlo hay que intentar permanecer en lugares frescos, hidratarse bien y vestir ropas holgadas de tejidos naturales.
Dificultades para dormir. Las noches de calor intenso son un obstáculo para conciliar el sueño en el embarazo y fuera de él. Además, conforme avanza la gestación, la mujer puede tener más dificultades para dormir y puede aparecer el insomnio, pues el elevado volumen de la tripa le impide descansar bien. Tanto en verano como en el resto de estaciones, la embarazada debe dormir echada sobre su lado izquierdo para no comprimir la vena cava (boca arriba y sobre el lado derecho se comprime, lo que provoca mareos y malestar). Para conciliar mejor el sueño se aconseja dormir en una estancia fresca y colocarse una almohada entre las piernas.
Hinchazón de piernas
El calor provoca vasodilatación y esto se traduce en la hinchazón y pesadez de piernas y pies. Para combatirla, la embarazada no debe permanecer mucho tiempo sin moverse, aunque es bueno tener las piernas en alto, alternando estos momentos con paseos a ritmo moderado. La elección del calzado ha de ser cuidadosa también, teniendo en cuenta además que el pie puede aumentar hasta una talla durante el embarazo.
En ocasiones, la vasodilatación es tan acusada que provoca varices y demasiada hinchazón por la compresión que ejerce el útero sobre las venas ilíacas, dificultando el retorno venoso. La consecuencia, además de la hinchazón de pies, es que las varices van ascendiendo y acaban provocando hemorroides. Para estos casos, el médico puede prescribir medias de compresión decreciente.
Hidratación
La embarazada debe procurarse una hidratación adecuada durante el verano. Tiene un mayor gasto que otras personas, por lo que ha de beber un poco más que el resto. Así, una cantidad adecuada serían 2,5 litros de agua, aunque parte de ese líquido puede venir del contenido en los alimentos.
Es importante que la embarazada no espere a tener sed para beber. Debe beber de forma regular durante el día, pues esto ayuda a prevenir las infecciones urinarias, más probables en los meses de embarazo, y además protege frente a los mareos y ayuda a mejorar la circulación sanguínea, manteniendo bien hidratada a la mujer.
El líquido recomendado por excelencia en el embarazo es el agua. Es mucho más saludable que otras bebidas, aunque los zumos naturales de frutas también pueden tomarse si no se sufre diabetes gestacional y si no hay una excesiva ganancia de peso.
El alcohol está totalmente desaconsejado en el embarazo, por diversos riesgos entre los que está el síndrome alcohólico-fetal.
Precaución con las comidas
Durante el verano se suelen tomar comidas más ligeras, como ensaladas y frutas. Esto puede representar un peligro para la embarazada por el riesgo de toxoplasmosis. Si no se ha pasado ya la toxoplasmosis, la gestante debe seguir todas las precauciones para no contagiarse durante estos nueve meses, pues el niño podría nacer con graves malformaciones en ese caso. Esto incluye no tomar fuera de casa ensaladas si no se tiene la completa seguridad de que no han sido lavadas con lejía de uso alimentario, que es la que destruye el toxoplasma Gondii. En cuanto a las frutas, conviene lavarlas y, además, pelarlas bien antes de consumirlas. Además, hay que seguir con las precauciones generales ante la toxoplasmosis, de comer la carne muy bien hecha, no ingerir carnes (incluyendo embutidos) no cocinados y no manipular heces de gatos ni realizar trabajos de jardinería sin guantes.
Asimismo hay que evitar alimentos de riesgo en estas fechas por la posibilidad de salmonelosis y elegir comidas y platos con una seguridad alimentaria total.
Viajes al extranjero
No todos los destinos son aconsejables para que una embarazada viaje durante el verano.
Vacunas. Determinados países exóticos exigen vacunas, como la de la fiebre amarilla, que no se puede administrar durante la gestación por la posibilidad de que los virus atenuados que contiene pasen al feto.
Atención sanitaria. Además, al viajar al extranjero durante el embarazo conviene asegurarse de que el país tiene servicios sanitarios capaces de atender un problema gestacional imprevisto.
Alimentación. En cuanto a la comida, hay que elegirla cuidadosamente para no correr riesgos, al igual que la bebida, que ha de ser siempre embotellada en países con baja seguridad alimentaria. En este sentido, se debe beber directamente de la botella, sin utilizar vaso y no se pueden usar cubitos de hielo para enfriar la bebida.
Virus del Zika. Los países donde está extendido el virus del Zika no son una buena elección para viajar estando embarazada, por el riesgo confirmado de que el niño de la madre contagiada sufra microcefalia al nacer.
Otras enfermedades peligrosas. Además del zika, en algunos países hay riesgo de contagiarse (a través de la picadura de mosquitos o de garrapatas) de enfermedades potencialmente graves para el feto como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla o la enfermedad de Lyme. Para evitar estas picaduras, la embarazada debe vestir con ropas que le cubran piernas y brazos y aplicarse sobre la ropa un repelente de mosquitos con DEET. Se han realizado muchos estudios para evaluar la seguridad del DEET durante el embarazo, pero ninguno en humanos durante el primer trimestre. Aunque los resultados parecen confirmar la seguridad del DEET durante toda la gestación, para mayor seguridad se recomienda aplicar el repelente con DEET sobre la ropa en lugar de sobre la piel directamente.
Vuelos. A partir de los siete meses de gestación, muchas compañías aéreas no permiten viajar a la embarazada por el riesgo de parto prematuro. Incluso antes de esta fecha, es probable que pidan un certificado médico en el que conste que la mujer goza de un perfecto estado de salud, pese al embarazo. Si se viaja en avión alrededor de los siete meses, hay que tener en cuenta que en el viaje de vuelta, ya cumplidas esas semanas, pueden poner inconvenientes para que la mujer coja el vuelo. Por lo que hay que tener en cuenta tanto la fecha de ida como la de vuelta.
Baños y deportes acuáticos
No hay ningún inconveniente en que la embarazada se bañe en el mar o en la piscina, salvo que su obstetra le indique lo contrario. En la playa, debe evitar las corrientes marinas y los días con oleaje, por la posibilidad de darse un golpe, pero no hay problema en que se bañe si el mar está tranquilo.
Con respecto a los deportes acuáticos, puede realizar los que no comporten riesgo físico. El submarinismo está desaconsejado durante el embarazo, ya que los cambios de presión pueden afectar negativamente al feto.
Si la embarazada está en la recta final de la gestación y muy próxima al parto, debe vigilar que no haya pérdidas de líquido amniótico, lo que puede ser más difícil de detectar durante los baños. Si las hubiera, debe acudir a un centro médico. Tampoco se puede bañar si ya ha expulsado el tapón mucoso, que es el que hace de barrera entre el exterior y el interior de la cavidad gestacional, y por tanto protege al bebé. Una vez que se expulse, lo que puede suceder días antes del parto, la mujer no se puede bañar en la piscina o en el mar.
Exposición al sol
Por efecto hormonal, la embarazada corre más riesgo de presentar cloasma durante estos nueve meses. La exposición al sol puede elevar el número de manchas en el rostro, que desaparecen con dificultad tras la gestación.
Para minimizar el riesgo de manchas por el sol, la embarazada debe utilizar un protector con índice solar alto y utilizar sombrero.
Como normal general, no conviene exponerse al sol en las horas de más calor (entre las 12 y 16 horas).
Fuente: https://www.onmeda.es/embarazo/embarazada-verano-precauciones-basicas.html