Durante el embarazo, aumenta nuestro umbral de la sed y tenemos que beber más. Las necesidades de líquido en el periodo de gestación pasan de unos dos litros diarios (unos ocho vasos) a 2’7 litros (unos diez vasos al día). Claro, que ese líquido no puede ser cualquiera, sino que hablamos principalmente de agua. El agua con gas es adecuada si no tenemos molestias digestivas, y evitando las que tienen un alto contenido en sodio.
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) tiene un documento de consenso sobre “Pautas de hidratación con bebidas con sales minerales para mujeres embarazadas y en periodo de lactancia” y entre sus consejos está el de beber líquidos a pequeños intervalos para prevenir la acidez y las náuseas durante el embarazo. Aunque no sea esta la única ventaja de beber agua en el embarazo.
Como el agua no tiene calorías, no influye en la ganancia de masa grasa (aunque sí repercute en el peso, ya que hasta dos terceras partes del aumento de peso total durante el embarazo son debidas al agua) y nos ayuda a mantener el peso ideal en la gestación.
Además de prevenir el estreñimiento o la retención de líquidos, como veremos más abajo, el agua procura una buena hidratación para todo el cuerpo, incluida la piel, que tanto se va a estirar en ciertas zonas, con la consiguiente prevención del riesgo de estrías.
En cuanto a las bebidas con sales minerales en el embarazo, con sodio y con azúcares de absorción rápida, los expertos señalan que pueden facilitar una mejor rehidratación, aunque hemos de tener en cuenta que si llevan gas pueden afectar a las molestias como los gases y un alto contenido de sodio podría favorecer la aparición de enema o hipertensión.
Pero no nos quedemos solo en los líquidos. Ciertos alimentos con un alto porcentaje de agua, como frutas y verduras, pueden ayudar a mantener un buen nivel de hidratación, contribuyendo a facilitar el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento.
El Documento de Consenso sobre pautas de hidratación anteriormente citado recoge las siguientes consideraciones específicas:
- El agua facilita el flujo de nutrientes hacia el torrente sanguíneo del feto y su distribución por todo el organismo.
- El estreñimiento es un problema habitual durante la gestación, pero la situación puede empeorar si la mujer no toma la suficiente cantidad de líquidos que ayudan a prevenirlo.
- Beber líquidos a pequeños intervalos ayudará a prevenir la acidez creada por los jugos gástricos y las náuseas.
- El aumento de la ingesta líquida contribuye a aumentar la cantidad de orina, lo que ayuda a depurar el cuerpo de toxinas, y reduce la incidencia de cálculos renales e infecciones de vías urinarias, que son más frecuentes en las embarazadas. Además, es importante que la embarazada orine con frecuencia para evitar dichas infecciones.
- El agua y otras bebidas ayudan a evitar la deshidratación que, si se produjera durante el embarazo, puede ser peligrosa, causando dolores de cabeza, náuseas e incluso contracciones en el tercer trimestre.
- La madre en fase de lactancia debe incrementar su aporte de líquidos y necesita cubrir los requerimientos de líquidos sin restricciones. En esta situación, la sensación de sed aumenta.
- En la hiperemesis o la gastroenteritis aguda se produce una gran pérdida de sales minerales por los vómitos o las heces diarreicas respectivamente. Las bebidas con sales minerales ayudan a asegurar un nivel óptimo de hidratación y tienen un efecto beneficioso en estas patologías típicas del embarazo. Además por su agradable sabor suelen ser bien toleradas y apetecibles.
Finalmente, recordemos que durante el embarazo se recomienda beber de manera periódica, incluso antes de tener sed, que es el primer signo de deshidratación. Además, hay que poner especial cuidado en beber líquido suficiente cuando realizamos ejercicio y en verano. En la lactancia, as necesidades de líquido también se incrementan, de modo que no olvides beber agua suficiente cuando ya tengas a tu bebé.